Marga y Carlos fueron a Can Pilé a adoptar un perro. Habían tenido muchos años a la Kira, no la conocí, pero fue muy querida. En cuanto los vi supe que venían a por mí antes que ellos, así que cuando los tuve delante me arrimé a ellos, y me fui hacia su coche. Yo ya era mayorcito, tenía mis ocho años. No entro en detalles de cómo llegué al refugio, pero sí tengo que decir que el tiempo que pasé allí estuve muy bien, me querían, los quería, me sacaban de paseo. Y cuando ya estaba instalado en mi nueva casa, mi cuidador de Can Pilé, vino varis veces a verme. Antes de que llegara a la casa me asomaba al balcón y lo saludaba con mis ladridos, que es mi lenguaje, y le decía que estaba de rechupete en ese hogar. Y que hasta había un pajarito, el Pio, al que ya me dijeron desde buen principio que no le hiciera ningún daño. Pero cómo iba yo a hacerle daño a nadie. Al contrario, era él quien se me ponía encima y me picaba. Y yo aguantando hasta que se cansaba y se iba a su jaula, siempre abierta.

Han sido unos años que les deseo a todos los animales, he estado como una reina, con Carlos y Marga y también con sus hijos y nietos cuando venían a visitarlos. Y esas largas caminatas con Marga, por todas partes del pueblo, por los parques, rodeando el estanque, por el paseo de la playa.  Me llevaban cuando iban a comer a casa de sus hijos, Olga también tiene perros y me llevaba muy bien con ellos. Con otros de la calle no tanto porque había alguno muy cafre. Y qué bien he comido. Cómo sabía Marga lo que me gustaba y siempre tenía mis bocados extras. Ah, y además salí en un calendario de la Asociación Caldes pels Animals, que se ocupan de las colonias de gatos del pueblo. Me tuve que ir y lo pasaron muy mal. Eso fue lo peor para mí, verlos tan tristes. Yo sabía que mi hora llegaba y tenía que ser así. Estuvieron a mi lado en todo momento. 

Ahora les digo llegué bien a mi destino, los animales vivimos en nubes y podemos saltar de una a otra. Nos llevamos bien todos, nos contamos cosas, jugamos. Los que mejor están son los que lo pasaron mal en la Tierra porque hay que compensarlos. No entendemos que la gente trate mal a los animales, que los abandonen. No saben el sufrimiento que nos causan. Por eso estamos contentos de haber compartido nuestra vida con buenas personas, haber sido parte de la familia. Es un gran regalo, para nosotros y para ellos, porque les damos nuestro amor y nuestro consuelo, siempre, pero sabemos cuándo más lo necesitan. Pues un gran abrazo, sé que me recordáis con cariño y yo a vosotros. Y ahora me voy que toca comer y llega un olorcito¡¡¡ GRACIAS

Esta entrada tiene un comentario

  1. Anónimo

    Un texto molt bonic. Gràcies

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